Hay jugadores que salen por la puerta grande y son recordados como leyendas boquenses. El caso del capitán fue el más reciente. Lastimosamente, no todos pueden salir cargados de gloria, siempre habrá ocasiones que, si bien no terminan en pena, tampoco se puede decir que van cargadas de grandeza. Ese ha sido el caso de Gino Peruzzi, quien recientemente se ha unido a la lista de fichajes de Jorge Almirón.
Bien podría tratarse de un traspaso normal, de no ser por el contexto de la situación. En primer lugar, es necesario entender que la llegada de Peruzzi a Boca fue recibida con alegría y grandes expectativas por los xeneizes. No es para menos, se trataba de un jugador con un amplio potencial, con miras a la selección nacional. Tanto así, que no hubo temblor por parte de la dirección boquense a la hora de ofertar 3.000.000 de dólares a Catania más el total del fichaje de Gonzalo Escalante.
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Lamentablemente, las expectativas de grandeza no lograron consolidarse en algo sólido. Bien pasó Peruzzi por las manos de Rodolfo Arruabarrena, además de Guillermo Barros Schelotto, pero con ambos la situación fue la misma. Sus concurridas atenciones en defensa le costaron caro, al punto de dificultarle ser el referente que anhelaba la hinchada.
Pero todo esto resulta de poca trascendencia. No va más allá de ser la punta del iceberg. El hecho que aflige a la hora de mirar los números resalta es cuando se mira el precio que ha ofertado San Lorenzo por el 80% del jugador: 800.000 dólares. Esto no es siquiera la mitad de lo que llegó a desembolsar Boca cuando se decidió por fichar al jugador.
Se trata, evidentemente, de otro de esos casos dignos de reflexión en el universo del fútbol. Es importante hacer fichajes, pero es aún más importante hacerlos con astucia. Peruzzi no sale ahora con pena, pero tampoco con Gloria. Tampoco se trata de un caso nuevo para el xeneize, sino que se trata simplemente de otro caso similar al ocurrido con jugadores como Claudio Pérez, Hernán Grana o Mariano Echeverria.
La lista puede extenderse más. La gestión de Angelici ha tenido tanto sus altos como sus bajos. Desafortunadamente, estas cosas son naturales y eventualmente volverán a pasar. De manera que, lo único que puede desearse, es que no sean frecuentes, no demasiado.
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