El expresidente de Boca Juniors, Mauricio Macri, habló de su época como máxima autoridad del Xeneize, en su nuevo libro “Para qué”, el cual salió recientemente a la venta y dedicó varias páginas a su época en el azul y oro, en especial a la relación entre Juan Román Riquelme y Bianchi.
“La convivencia con Riquelme, un jugador muchas veces desafiante y reacio a aceptar cualquier tipo de límites, fue un problema complejo para Bianchi. Fui testigo de varios desplantes del jugador hacia el técnico en los entrenamientos y en los viajes”, señaló.
Además, contó que “En la víspera de la final contra el Bayern Múnich en Tokio, recuerdo que me colé en un entrenamiento para despuntar el vicio de patear la pelota, como hacía de chico. Los jugadores estaban corriendo alrededor de la cancha. Todos menos Riquelme, que en lugar de recorrer el perímetro del campo de juego se esforzaba en correr menos y giraba, desganado, en la línea central”.
“Román se acercó entonces hacia la zona en la que estaba junto al técnico y al preparador físico Julio Santella, y lo escucho decir: ´Carlos, suficiente, ya está… no quiero seguir dando vueltas a la cancha´. Bianchi hizo un gesto de fastidio y yo me hice el distraído y seguí pateando al arco. Para Carlos, que se había destacado desde siempre por ser un hombre muy estricto en cuanto a la disciplina y el esfuerzo igualitario, que un jugador quisiera imponer su propio entrenamiento era algo inadmisible”, agregó.
“Creo que Román sintió una profunda necesidad de demostrar que sus cualidades como jugador estaban intactas. Riquelme volvió y fue la figura excluyente del equipo. A diferencia de lo que había ocurrido en el ciclo anterior, hizo la diferencia”, explicó.
“Las mismas tensiones que provocó en su etapa como jugador, las vuelvo a ver en la actualidad, a partir de su transformación dirigente de fútbol”, concluyó.
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